En el verano de 2009, fui a pasar el día con mis amigos a una cala de Banyalbufar. Era un sitio precioso y nos divertíamos saltando al mar desde las rocas. Es algo muy habitual. Pero yo tuve la mala suerte de caer en una mala postura. El golpe me provocó lesiones en la columna vertebral.
Durante meses, apenas podía moverme. Tenía calambres en la espalda y dormía fatal todos los días. Además, no podía dar el 100% en mi trabajo y eso me generaba mucho estrés y ansiedad. En ese periodo, aprendí que no hay nada más preciado que una buena salud. Algo que sólo apreciamos cuando lo perdemos.
Por suerte, haciendo caso a mi padre, fui a ver a un especialista de la columna vertebral. Los ajustes de ese quiropráctico solucionaron mis problemas de espalda y pude volver a disfrutar de la vida. Algo se clavó dentro de mí. Decidí que yo quería ayudar a la gente de la misma manera en que aquel quiropráctico me había ayudado a mí.